No recuerdes contra nosotros las culpas de nuestros padres;
que tu compasión nos alcance pronto, pues estamos agotados.
Socórrenos, Dios salvador nuestro, por el honor de tu nombre;
líbranos y perdona nuestros pecados, a causa de tu nombre.
Llegue a tu presencia el gemido del cautivo:
con tu brazo poderoso salva a los condenados a muerte.
Mientras, nosotros, pueblo tuyo, ovejas de tu rebaño, te daremos gracias siempre,
cantaremos tus alabanzas de generación en generación.
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